El expresidente estadounidense Barack Obama (2009-2017) volvió este martes a la Casa Blanca por primera vez desde que dejó el poder y lo hizo para reivindicar la pieza principal de su legado, la reforma sanitaria que ha dado cobertura a millones de personas.
Más de cinco años después de pasarle el relevo a Donald Trump, Obama entró con aire triunfal en la misma sala de la Casa Blanca en la que protagonizó tantos actos durante sus ocho años de mandato, y volvió a acercarse al podio presidencial en medio de una larguísima ovación.
«Qué bueno estar de vuelta en la Casa Blanca», dijo el exmandatario. Las bromas no tardaron en llegar: Obama se refirió primero al mandatario actual, Joe Biden, como «vicepresidente», el cargo que ocupó durante los ocho años de su mandato, y acto seguido se acercó para darle un abrazo y corrigió: «Mi presidente, Biden».
También hizo reír al público al comentar que las cosas han cambiado desde que abandonó la mansión presidencial: «Hay un gato correteando por aquí, y puedo garantizarles que a (mis perros) Bo y Sunny no les habría hecho ninguna gracia».
La esperanza de los demócratas
Mientras Obama cautivaba a la sala, Biden y la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, sonreían de pie a su derecha, conscientes de que el Partido Demócrata necesita la popularidad del expresidente para evitar unos malos resultados en las elecciones legislativas de noviembre.
«Tenemos una historia que contar, lo único que tenemos que hacer es contarla», afirmó Obama al final del acto, preguntado sobre las perspectivas de su partido en esos comicios, que probablemente resultarán en una pérdida de control demócrata de la Cámara Baja.
Los demócratas confían en que Obama se implique en esa campaña electoral tanto como hizo en la de 2020 y ayude a compensar la baja popularidad de Biden, que ronda el 41 %, lastrada por el peso de la inflación y otros problemas derivados de la pandemia.
Biden pareció disfrutar de la visita de Obama, al que abrazó un par de veces durante el acto, y dijo que se sentía «como en los viejos tiempos».
«Acabamos de almorzar juntos y no estábamos seguros de dónde debía sentarse cada uno», bromeó el presidente, en alusión al puesto de «número dos» de Obama que él solía ocupar.
Desde que dejó la Casa Blanca en manos de Trump, Obama ha dejado clara una y otra vez su preocupación por la enorme influencia que mantiene su sucesor en el Partido Republicano.
«Ahora soy un ciudadano más. Pero sigo más que interesado en el rumbo de nuestra democracia», dijo Obama en una aparente alusión a Trump que desató risas y algún aplauso entre el público.
El objetivo del regreso de Obama era promocionar la reforma sanitaria de 2010, conocida popularmente como Obamacare y que durante más de una década ha sido blanco de duros ataques del Partido Republicano, hasta el punto de que ha llegado tres veces al Tribunal Supremo.