Hace un mes, aproximadamente, Amber Rosales llamó al 911 para informar que su esposo, con quien había contraído nupcias cuatro días, Jeffrey McBride, había sido asesinado a disparos mientras se encontraban en una camioneta. Cuando la mujer de 30 años habló por primera vez con la policía, explicó que su esposo había sido asesinado por otro hombre que «disparó a la víctima antes de huir». Además, aseguró que su fallecida pareja sentimental «iba a hacer un negocio de drogas» que «salió mal».
Según informaron en aquel momento los medios del comunicación, la viuda relató que el atacante «limpió el revólver, lo arrojó al piso del pasajero delantero del vehículo y luego huyó a pie». Ante las incongruencias en sus declaraciones, las autoridades comenzaron a sospechar de ella. Además, durante la investigación correspondiente, los detectives especializados en homicidios llevaron a cabo diversas órdenes de allanamiento, entrevistaron a testigos y revisaron cámaras de vigilancia.