El otoño pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) disminuyó su norma mundial de calidad del aire de 10 microgramos de partículas por metro cúbico a cinco. Estos términos y normas pueden parecer abstractos, lo que hace que su significado sea un poco difícil de entender. Pero el mes pasado, el proyecto del Índice de Calidad del Aire y Vida de la Universidad de Chicago (AQLI, por su sigla en inglés) —el referente en la investigación de la calidad del aire mundial— publicó una actualización importante, en la que incorpora los nuevos lineamientos y llega a esa cifra de 973 de 1000 (97,3 por ciento)
El daño es más intenso en los lugares más pobres y aún en proceso de industrialización. Sin embargo, según el índice, la revisión fue en especial drástica en las partes más ricas del mundo. En Estados Unidos, antes de la actualización de la OMS, se consideraba que alrededor del 8 por ciento del país respiraba aire contaminado; después, la cifra aumentó al 93 por ciento. En Europa, la revisión elevó las cifras del 47 al 95,5 por ciento.
Según otro análisis de los lineamientos de la OMS realizado por la empresa de filtros de aire IQAir, el panorama es aún peor: ningún país del mundo cumple con la norma de la OMS y solo tres territorios en todo el mundo presentan un aire que se califica como saludable. Cada uno de ellos es una isla pequeña: Puerto Rico, las Islas Vírgenes de Estados Unidos y el territorio francés de Nueva Caledonia, en el Pacífico.
¿Cuán insalubre es el aire contaminado? Todo un espectro de impactos puede caer bajo ese término. Pero aunque la contaminación tenga un significado muy diferente en Dallas que en Nueva Delhi, a nivel mundial los impactos son bastante funestos. Cada año mueren en el mundo unos 10 millones de personas por los efectos agudos y acumulativos de la contaminación atmosférica y hasta ocho millones de esas muertes están relacionadas con las partículas producidas por la quema de combustibles fósiles; es decir, una de cada cinco muertes.