El reverendo Steven Marsh jamás se imaginó que llegaría a ver el día en que su iglesia de Laguna Woods –una ciudad californiana de 16,500 habitantes, mayormente jubilados– gastaría 20,000 dólares mensuales en medidas de seguridad.
Hasta que un individuo abrió fuego el 15 de mayo en un almuerzo en la Iglesia Presbiteriana de Geneva, donde Marsh es el pastor principal, matando a una persona e hiriendo a cinco miembros de una congregación taiwanesa que se había reunido allí. Las autoridades dicen que el atacante, que odiaba a los taiwaneses por razones políticas, había cerrado las puertas de la iglesia con cadenas y lanzado bombas incendiarias antes de disparar durante un encuentro de feligreses de edad avanzada.
Los templos religiosos son sitios donde la gente busca reparo, reflexión y paz, en los que todo el mundo es bienvenido.
Una serie de balaceras en sitios con muchas personas, no obstante, es un recordatorio de que en los Estados Unidos puede haber actos de violencia en cualquier lado y llevó a numerosos líderes religiosos a tomar medidas de seguridad.
En la Iglesia Presbiteriana de Geneva ahora hay guardias armados todos los días. Se están instalando cámaras y se prepara un plan con lo que hay que hacer si alguien empieza a los tiros. También se solicitaron fondos al Departamento de Seguridad Nacional.
“No queremos militarizar la iglesia”, dijo Marsh. (Pero) “Rezamos y tomamos la decisión de que había que contratar guardias de seguridad en un acto de fe”.
Marsh pronosticó que, si no se toman medidas de seguridad, los fieles habrían dejado de acudir a la iglesia y acto seguido las escuelas que funcionan en el campus de la iglesia se quedarían alumnos debido al tiroteo.
El rabino Charlie Cytron-Walker, ex líder espiritual de la Congregación Beth Israel de Colleyville (Texas), dijo que es posible crear espacios seguros y al mismo tiempo agradables.