Consciente de que iba a ser una de las grandes protagonistas de la coronación de Carlos III y de que las expectativas puestas en ella eran máximas, Kate Middleton, la princesa de Gales, se ha esforzado para estar perfecta en este día histórico. Y lo ha logrado. Acompañada de su marido, el príncipe William, la también duquesa de Cambridge era una de las últimas personas en entrar a la Abadía de Westminster, ya que la pareja ha entrado en el templo religioso unos pasos por detrás del nuevo rey, simbolizando su puesto en la línea de sucesión.

Fiel a su elegancia y saber estar, ha confiado en su diseñadora de cabecera, la misma que creó su vestido de boda, Sara Burton, la creadora al frente de Alexander McQueen. En esta ocasión, ha confeccionado para ella un vestido en crepé de seda color marfil con lingotes de plata. Está decorado con unos delicados bordados de hilo con motivos de rosas, cardos, narcisos y tréboles, las cuatro plantas que representan a las cuatro naciones que conforman el país, Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda.

Sobre sus hombros, Kate ha llevado una llamativa túnica en rojo, blanco y azul, los colores de la Union Jack, la bandera nacional. Se trata del manto de la Real Orden Victoriana, un regalo que le hizo Isabel II hace cinco años al nombrarla como Dama Gran Cruz de la Orden, el mayor título honorífico que puede recibir una mujer en Inglaterra y que se otorga personalmente por la monarca para agradecer a una persona su servicio a la Corona. En la zona izquierda llevaba la estrella que la distingue como parte de esta institución.

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Por Domincan News

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